Lust (/waste) of Life

A veces me imagino encerrado en una esfera de aislamiento: todos los sonidos suenan a eco, el tacto es vuelve soporífero y distante, la comida sabe a cenizas de cigarro; te sientes como ese hilo suelto en la costura de la ropa, estas, pero no estas; removible, prescindible y olvidable.

Has conocido gente, experimentado lugares, trabajado en proyectos, inmerso en el mismo ciclo vital de aquel cigoto destinado a no nacer por nunca haber encontrado un útero al cual enraizarse.

Dilema: mi vida puedo clasificarla de vacua, aburrida y sin dirección ni propósito; la vida de los muertos vivientes destinados a existir en infinito “loop” hasta que las muerte les alcance no es mejor que la mía. Ellos son felices. El señor “Ergo” falla aquí: yo no soy feliz. He podido estar a gusto, apático, indiferente y conforme, pero nunca feliz.

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Desembalado el queso para preparar crema que estoy cosinando y las hebras del queso que se deshacen entre mis dedos me recuerdan rizos de mujer, esos mismos bucles castaños con los que juego mientras yaces en mi cama, preguntándonos que haces aquí, conmigo, cuando tenemos el mismo parentesco entre un Channel No. 5 y una Big Mac con papas y refresco; tu queriéndome inyectar esa cándida y fugas visión de la vida que me sacarán por fin de mi perpetua apatía mientras arrastrando los pies al ritmo de los recordatorios de tu celular.

Te escucho hablar de tu día, de que viste a tu exnovio, que visitaste a tus amigos, que estas enojada, triste, emocionada, molesta, contenta, etcéteras, etcéteras, puntos, puntos y mas putos puntos; pero no te entiendo, simplemente no puedo: solo me limito a escuchar he intentar imaginar como se puede ver la vida a través de tus ojos mientras en mi cabeza solo resuena la idea “soy lo peor que se tupo atravesar en esta vida, soy lo ultimo con lo que te debes tropezar”. Me gustaría salir un día y buscarte esa persona ideal para ti, alguien con que puedas llevar ese paseo dominical sin salida que para ti es la vida, pero esa sensación de pertenencia y envidia me impiden pronunciar aquel "adiós" para que tu historia pueda tener un final mejor...

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Dicen que una fotografía atrapa un instante en la vida de una persona; posiblemente a eso se deba mi negativa a tomarme fotos, simplemente no me gusta tomarme fotos: siempre sale uno mal, diferente, difuso y lejano, como que ese “yo” en la foto no es el mismo “yo” que la esta observando en tercera persona. Al final todo se resume que mis propias fotos me producen la misma sensación de ver fotos de gente que sabes de antemano que esta muerta.

Posiblemente también se deba a falta y/o sobra de alguna variable que nunca me permite formar parte de la tela social, análogo a ese nerviosismo o apatía que no te deja pensar en alguna jugada ni en cuantas cartas tiene la baraja y solo quedan las opciones de perder la apuesta inicial o aventarse de bruces a esa incertidumbre en la que da lo mismo llevarse todo o estrellarse estrepitosamente contra el parabrisas de algún carro.

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Stone Temple Pilots - Creep